¿Por qué bailamos?
Imagino que esta debe ser una interrogante para algunas personas, sobre todo para las que se dedican profesionalmente, ya sea porque un buen día en el salón de clases algún estudiante pregunto al respecto o porque al avanzar en el camino encontramos que no basta con bailar o ser un bailarín dotado de grandes cualidades para dedicarse al arte de la danza y porque llega ese momento en el que básicamente aflora nuestra naturaleza humana, es decir, el ser humano requiere analizar, esquematizar, conceptualizar todo aquello que es incapaz de comprender y requiere su entendimiento, ya que, su origen se encuentra más allá del enfoque lógico.
Gracias a esto es que hoy podemos consultar el significado de cualquier palabra en el diccionario o realizar una búsqueda exhaustiva en la Alejandría de la era moderna (Google) sobre cualquier concepto inmerso en diferentes enfoques especializados, tal es le caso de la palabra danza que en variadas acepciones, algunas más vinculadas al enfoque estructural que emotivo de la misma, la mayoría de estas convergen en que la danza es universal e inherente en la vida, siendo el hombre quien la ha llevado a su máxima expresión, refiriéndome al sentido estético que la danza puede tener en general.
Sin embargo, no fue así en su génesis, la danza sin ser aun conceptualizada en principio obedece a un ritmo que para empezar es una expresión eléctrica de algunas zonas del cerebro y que evidentemente percibimos, no olvidemos que nuestro cuerpo es la esponja que absorbe el mundo circundante y sólo si mantiene la conexión interna, es capaz de dilucidar el universo interior que siempre esta en constante vibración, se mueve y genera un ritmo, mismo que estimula la continuidad cíclica de movimiento, una y otra vez, por ello es inherente a la existencia misma.
Pero la danza va un paso más allá ya que reúne esta masa de estímulos externos e internos y lo traduce a una movilidad especifica, que posteriormente adquirió un sentido sinérgico con los ritmos de la naturaleza, más adelante en carácter ritual y en la evolución y complejidad social un carácter religioso cargado de temores, una forma de expresar lo que las palabras son incapaces de hacer, una ideología, un estatus social, una estrategia de guerra, un momento para el divertimento, una forma de sanar y ser longevo, una explicación visual del contexto social donde se habita, es decir el momento histórico y de nuevo volvemos a la simple y mera necesidad de balancear el cuerpo, activar zonas del cerebro que lo estimulan y fomentan su sano desarrollo.
Posiblemente estimado lector bailamos para sobrevivir, para mantenernos vivos y no porque nos gusta mucho el hobby. En una investigación de la Federación Española de Docentes de Educación Física en Murcia, España en el escrito titulado, La danza en el ámbito educativo, de entre las múltiples explicaciones de lo que conlleva danzar; en mi opinión destaca la curiosa traducción de termino danza al sánscrito (Lengua clásica India, una de las lenguas indoeuropeas más antiguas que tiene registro en textos sagrados y cultos del brahmanismo escritos entre los siglos XV y X a. C. en la India) cuya traducción es literalmente anhelo de vivir, indudablemente adquiere un sentido que de ser conocido por docentes en danza y retransmitido a sus estudiantes, posiblemente ayudaría a reivindicar este bello arte, en mi opinión algo desvirtuado y desvalorizado socialmente.
Podría decir tal y como lo escucho continuamente en frases de bailarines huecos tanto intelectual como espiritualmente, "la danza es vida", "bailamos porque nos hace sentirnos vivos, porque es un medio de expresión" pero no; porque aunque tiene sentido y parte de verdad, no necesitamos más artistas loros, repetidores de patrones, necesitamos artistas reales, no adonis, enamorados de sí mismos, necesitamos entender que bailamos desde antes de nacer, bailamos porque sin nuestra danza (no me estoy refiriendo al acopio y apropiación de una técnica determinada) la vida termina, más allá de los innumerables beneficios que conlleva el movimiento sano y bien dirigido, bailar sana el espíritu, siempre y cuando sea una danza nacida del interior, la danza nos da una perspectiva de la vida, es el resultado de una comunión de todo el macro y microcosmos, mismos que convergen en un tiempo y espacio determinado.
Bailamos porque es una necesidad para acceder al mundo espiritual y si aprendes a mirar entre líneas mi estimado lector, todos y cada uno de nosotros, sin importar el credo, color, idiosincrasia conocemos naturalmente los movimientos capaces de hacernos conectar individual y colectivamente; si no me crees observa a los niños que por naturaleza elevan lo brazos hacia el cielo, y giran sin parar.
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