Amor: un misterio que guarda la sangre

25.09.2022

Y acordaron de hacer grandes fiestas y regocijos y fueron tales que otras como ellas no he visto hacer ni en Castilla. En ninguna otra parte hubo tanta curiosidad de juegos y bailes como en la Nueva España.

La conquista de América sigue siendo hasta nuestros días un momento de incuestionables crisis, quebrantos, rupturas, encuentros y renacimientos que nos hablan de los múltiples universos de la condición humana en un tiempo en el que, por motivos del amor, de la guerra o de la muerte, el espejo de la vida los hizo mirarse de frente. Hay en todos los recovecos de la vida de la Nueva España una reiniciación del tiempo y del mundo productos de una profunda reinterpretación de los valores y las cosas, permitiendo, por los caminos más sorprendentes, una múltiple interacción de estos universos, edificando, con nuevos elementos, una realidad impensable al otro lado del mar.

Manos blancas, manos morenas, manos rojas y amarillas se entrelazaron y un día se levantaron a bailar, y un día hicieron danzas nacidas en tiempos pasados que muchos, muchos años después, aún guardaban las palabras de sus antepasados que resonaban en el viento de los árboles de las tierras del sol ardiente y que no pudieron apagarse ni con toda el agua del mar que los trajo aquí. Llegaron con ellos arcanos de gente de ojos cristalinos que nos mostraron la entrada nuevos laberintos. Llegaron perfumes y dulces destilados bajo la medialuna entre el aroma del azahar y la canela. Nanas y romances en lengua Florida llegaron con el trajín de los barcos y pisadas eternas que iban y venían de todos los rincones de la tierra pararon su andar aquí.

Sin duda fue el arte, fueron la danza y la música los espacios propicios para conversar y guardar con más recelo el misterio de los sucesos vividos a la sombra de miradas cómplices que atravesaron aquellos tiempos. Fueron sus cuerpos y su mirar quienes nos revelaron a través de la danza el cambio de los días. Por nuestros cuerpos aún resuenan las voces de los pueblos que fueron habitando Hispania, Vesper, Sefarad, Celtiberia Hemeroscopion, Al andaluz quienes hicieron posible un mestizaje particular en el que participaron y cuyas voces se reflejarán en las aguas que habrán de bañar la tierra de cultivo del universo novohispano y mexicano.

Quizás un día, con un poco de suerte, con el corazón en calma nuestros cuerpos se dispongan a escuchar a quienes aún se revelan casi sin querer a través de nuestros ojos para develar los misterios que aún conserva nuestra tierra siempre cambiante y si ponemos atención con tiento, con cuidado nos puedan susurrar algún secreto guardadito esperando para ser contado.

Nunca seremos sin ustedes, nunca serán sin nosotros. El amor es un misterio que guarda la sangre, que se lleva en el rostro. Que mi cuerpo logre levantarse a bailar.


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