Cocinar y danzar en el pueblo de la gente de maíz
Comer en México significa casi siempre una forma de celebración de la vida.
El universo de la cocina recrea en la forma circular de las ollas, las cazuelas y los comales a la Tierra y sus entrañas ígneas de donde todo proviene, y que, a fuego y agua, o con la intervención del aire, los elementos habrán de transmutarse haciendo aparecer la verdadera esencia de las cosas.
Aquí los dioses crearon al ser humano perfecto no del barro ni de la madera, sino del maíz, y al hacerlo vivir, crearon con él una alianza indestructible entre lo humano y lo divino
Nuestra hechura y nuestra carne están ligadas por obra divina al alimento y al destino.
El universo humano recrea por obra del cocinar el funcionamiento cósmico. Las cazuelas resguardan y transmutan como la madre a los elementos que de la tierra proceden y que, con ayuda de los elementos masculinos, el fuego y el viento se completa la obra. Comer despierta la conciencia a través de los sentidos, los recuerdos y la vida suceden.
Sentarse a la mesa o alrededor del fogón, nos recuerda un pacto con la tierra, el lugar al que habremos de volver.
Tu manera de comer está relacionada a la forma en que han transcurrido los días y la vida, y es aquí donde sucede la danza, el espacio para volver al universo y a los dioses, porque solo danzando, se puede comprender lo que nos ha sucedido
Muchos pueblos llegaron después aderezar aquellos cocimientos. Llegaron el pueblo del trigo y el pueblo del arroz. Llegaron manos morenas azucaradas y manos perfumadas, aromas de mujeres de ojos oscuros de ojos celestes, de ojos rasgados, de miradas alegres o profundamente tristes que habrán de convertir nuestros rostros para siempre
El pan se coló hasta las ofrendas y hoy nos acompañan más allá de la muerte para mostrarnos otros paraísos.
Sin siquiera saber cómo y en qué momento cómo el amor, todos los pueblos del mundo han ido completando guisos y dulces. Sus hervores se iniciaron más allá del mar y se han ido completando con el susurro del viento de otros parajes.
La comida es motivo de celebración porque para su hechura son necesarias las manos de quiénes han participado del andar del tiempo, y la danza, su compañera eterna nos regresa al tiempo cósmico del universo y del todo.
El pacto supremo de la celebración solo puede realizarse bailando con el mismo cuerpo con el que se siembra, se cosecha, se cocina y se vive sobre la Tierra.
Ven te invito a cocinar, a bailar cuéntame las historias que guardas en el fondo de la olla y que solo la cuchara conoce.
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