Cuerpo inquieto
Primera parte
Dice un sutra "Cuando haya reconciliación con todas las cosa del cielo y la tierra, todo será tu amigo, cuando todo el universo se torne tu amigo, ninguna cosa del universo te podrá causar daño, si fueras herido por algo o si fueras atacado por microbios o por espíritus inferiores, esa sería la prueba de que no hay reconciliación entre tu y todas las cosas del cielo y la tierra"
Podemos entender, la imperiosa necesidad de trabajarnos día a día para vivir de una forma responsable y amable con nosotros mismos, hasta no ser conscientes de ello el cuerpo físico no sólo será el reflejo del contenido interno que somos, si no que se tornará en estado de alerta, por ello el movimiento consciente puede ser un gran aliado para auto explorar, indagar, entender y reconciliarnos con nuestras experiencias de vida.
¿Puede el movimiento consciente encausar el cuerpo hacia una sana manifestación de los diversos estados gestados y desarrollados dentro de sí? La respuesta es evidente, ya que nuestras funciones vitales y todo cuanto existe esta impregnado de movilidad es una condición natural de los cuerpos, no movemos para interactuar conocer, sobrevivir, aún cuando se pueda tener una sensación de quietud la energía siempre se encuentra ahí, a veces en una especie de pausa activa.
Sin embargo, hoy quiero hablar sobre cómo la práctica de la danza bien conducida o mediante la danzaterapia puede ayudar al cuerpo en su manifestación de estados emocionales estancados e incluso de aquellas memorias que danzan dentro y que de alguna manera hacen del cuerpo un "cuerpo inquieto".
Pero primero voy a contarte que las experiencias vividas a lo largo de la existencia, incluso aquellas de las cuales no somos conscientes, sin duda determinan el constructo de cada persona, incluida la fisiología; todos hemos escuchado o dicho la expresión: está en los genes, es genética para justificar algún aspecto que llamamos hereditario, permíteme contarte que la ciencia afirma que esta es una tesis caduca, como ejemplo de ello, la biología celular sostiene que manifestamos diversos aspectos y que son determinados por los estímulos externos que recibe un ser en gestación, y el uno por ciento tiene que ver con pautas genéticas, luego entonces los genes no son responsables de patologías, ni del aspecto o cualidades físicas de cada persona.
Por lo tanto, sí son las experiencias capaces de determinar el aspecto, la psicología, incluso el sentir y dar pauta a la predominancia cerebral que será el rasgo distintivo de la personalidad durante los primeros años de vida y que este mismo aspecto llevará a la construcción de futuras experiencias de vida y serán un reforzador dentro del sistema de creencias del sujeto en cuestión, entonces es necesario repasar o revisar el entorno que generamos o al cual nos enfrentamos para generar una reacción lo más asertiva posible y también para lograr la comprensión paulatina de la propia existencia.
Por otro lado, la personalidad que desarrollamos y que más tarde manifestamos conductualmente, será nuestra carta de presentación diaria, estemos conscientes de ello o no, en algunos casos estas conductas o rasgos distintivos en nuestra vida operan como extensiones del propio cuerpo físico de manera casi tangible al ser transmitidas generacionalmente y dicha "herencia" puede permear la existencia de todo un clan llevándole a la continua repetición de un hecho no sanado, tal como lo afirma la psicogenealogía, misma que añade la tesis de que, hasta lograr sanar una cadena familiar, no podremos restaurar el orden natural de los cuerpos (eso en el caso de una enfermedad).
De éste modo planteamos que el único capaz de transformar dicha realidad será el cuerpo que habita cada ser, ya que, por medio de él es que se conoce dicha experiencia material al ser vivenciada y manifestada de manera particular; es interesante dimensionar que el cuerpo tiene su propia manera de comunicarse constantemente con nosotros, ya sea a través de dolores, enfermedades o aspectos psicológicos que nos hablan no sólo de nuestra manera de pensar y sentir, sino también de los espacios que habitamos, los lugares que concurrimos y hasta de los patrones repetitivos en nuestra vida debido al inconsciente familiar que compartimos y muchas veces es reforzado generacionalmente, incluso durante nuestra gestación.
A través de los sentidos físicos es como un infante conoce el mundo que le rodea, experimenta el dolor, el placer, la tristeza, el enojo, el desagrado, la alegría, pero antes de poder experimentarlo en carne propia, lo hace por medio de la madre; el proceso de gestación y los primeros siete años de vida determinaran la personalidad de ese ser humano, que crecerá y comenzará a revelarse y a tomar decisiones propias, totales o parciales con efectos sobre su futuro; comprender que el cuerpo es el libro abierto y con la mayoría de las páginas en blanco, nos brinda la posibilidad de contar cada historia con plena consciencia o de reescribirla, este es un camino de los muchos que existen para sanar, crear, vincular y transformar el mundo interno y externo a partir del movimiento consciente, aquel movimiento inquieto que regurgita el cuerpo y le hace gritar que no se encuentra cómodo, que necesita redireccionar y que únicamente a partir del autoconocimiento sobre la incidencia de sus procesos mentales y las emociones manifestados en su cuerpo, podrá reestablecer el equilibrio y enfocar su inquietud en sed de exploración continuada, en una saludable relación con su cuerpo y con plena atención.
El proceso requiere del trabajo diario, hasta que sea un hábito, tan natural que podamos mantener esa comunicación primaria con la materia para así poder sumergirnos en las profundidades del infinito potencial que es un ser humano. El cuerpo es holístico, tiene múltiples facultades y como tal puede comenzar un trabajo para auto sanarse en todos los niveles, siempre y cuando despierte y encause la inquietud dentro de sí, hasta entonces buscará fuera de él todas las respuestas a todas las preguntas.
Continuara.
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