Cuerpo migrante
El fenómeno migratorio es sin
duda un movimiento común a los seres vivos, no está circunscrito a determinado
grupo racial, étnico o de especie, sin embargo, las razones que pueden motivar
al ser humano a realizarlo, y no solo a otras especies animales, tal como vemos
en algunos grupos de aves, es generalmente un asunto no solo con fines
biológicos, sino en la mayoría de los casos implica un intento por mejorar sus
condiciones de existencia al margen del imperante estilo de vida dentro de un determinado
contexto social; no obstante el hombre del siglo XXI parece tener otras
motivaciones derivadas de su lánguida persecución por el reconocimiento social
o por el anhelo de alcanzar sueños fecundos de su antaño corazón infantil.
Entonces ¿Qué estaríamos dispuestos a vivir con tal de perseguir un sueño, un anhelo? ¿Qué tan lejos estaríamos dispuestos a llegar en pro de realizar un cambio que marcara el rumbo de nuestras vidas y de nuestros seres amados, convirtiéndonos en un número más dentro de estadísticas cuyo nombre bien puede definir a cientos de personas como inmigrantes?
Con respecto al fenómeno de inmigración podemos enunciar que no solo es la entrada de personas en un país diferente al de origen, pues resulta que el impacto económico y social que implica hoy en día ha logrado ser considerado en diversos países como un problema el cual debe ser regulado mediante políticas migratorias, cabe mencionar que no todos los países ejecutan las mismas legislaciones, algunas son más restrictivas que otras, un claro ejemplo son las medidas tomadas por Estados Unidos frente a la continua ola de inmigrantes Mexicanos y del resto de Latinoamérica en el presente siglo, cuando en el anterior fue básicamente inmigración Europea.
Si consideramos que actualmente vivimos en un mundo altamente comunicado, donde viajar ya no representa un lujo, sino más bien una experiencia al alcance de todos y que con base en el cambio de paradigmas, cada sociedad encuentra normalizado viajar a otras latitudes no solo por ocio, sino también por el hecho mismo de desahogar la imperiosa necesidad de conocer el mundo y las diversas formas de vivir, o complementar una educación institucionalizada que comenzó desde la más tierna edad y que se espera concluya en una especialización que depare un futuro lleno de posibilidades para todos aquellos estudiantes sedientos de vivir un sueño alejado de su ciudad natal.
Emprender un viaje y permanecer en un lugar que no es el de origen conlleva una serie de retos que pocas veces se sopesan, a pesar de ello viajar es una experiencia maravillosa, con gran aprendizaje si se sabe aprovechar; sin duda alguna se puede viajar para vacacionar, conocer o estudiar en un lugar durante determinado tiempo, pero este articulo pretende hablar de todos aquellos migrantes que salen en busca de un sueño, la consecución del mismo o en busca de una mejora en sus condiciones de vida, personas que no cuentan con un sustento económico capaz de abrigarles en todas las situaciones en las cuales se puedan encontrar y que pueden llegar a ser desafortunadas.
Viajar es increíble, adaptarse e integrar una idiosincrasia diferente de la que se conoce sin lugar a dudas va a implicar en algún punto del viaje la elaboración de un duelo, tarde o temprano todas las personas lo transitan, tal como lo dijo el médico, terapeuta y escritor argentino Jorge Bucay "elaboramos duelos todo el tiempo incluso cuando sea para mejorar" Bucay en su libro titulado El camino de las lágrimas nos expresa con un ejemplo sencillo y claro como el ser humano elabora duelos de momento en momento, es decir, pasar de la infancia a la pubertad es un duelo, cambiar de una oficina pequeña a otra mucho más grande y con una mejor ubicación también es un duelo, mantener un matrimonio de 30 años y mirar que la persona con la que te has casado no es la misma que al inicio de la relación, ni a los primeros cinco años, ni después del primer hijo, etcétera, es un duelo.
Como bien se sabe los duelos son necesarios para avanzar de una etapa a otra de nuestra vida, en principio con un aprendizaje integrado, los duelos duelen y no hay mucho que hacer con respecto de su naturaleza, pero ¿Por qué estamos hablando de duelos? Pues bien, viajar no sólo descontextualiza de la rutinaria forma de vida, si no que abre la puerta a probar, conocer y explorar opciones que no estaban contempladas, simplemente por desconocimiento.
Existen infinidad de formas para hacer algo, variados enfoques, diferentes ideas sobre un tema, lo cierto es que aprender a integrar y soltar cada experiencia no siempre es sencillo, esto también depende de cada persona, su nivel de apego, su sistema de creencias, sus lealtades; es en este punto donde se manifiestan sus puntos de oportunidad, fortalezas y aquellas pautas conductuales que sin duda pueden representar todo un desafío para la persona que decide emprender una nueva vida fuera del país de origen, lo quiera o no se ha sumado a la interminable lista de personas que forman parte de la estadística migratoria.
Pero quién si no, es el cuerpo mismo, ese pequeño gran universo quien colapsa, quien vive y crea el drama de su condición actual, es la materia quien sufre los estragos visibles en posturas, gestos y actitudes, es el cuerpo el que se expande o se comprime.
En terapia es como se ha
logrado entender que los vínculos son el principal foco de atención que
requieren los migrantes, posiblemente esa necesidad de pertenencia para
sobrevivir permite que la vida del cuerpo migrante fluya y avance al nuevo
ritmo que le demanda el cambio de hogar. No debemos olvidar que el cuerpo
refleja todo acontecimiento y es el cuerpo mismo quien danza y en cada elección
decide que baile va desarrollar y también su capacidad para adaptarse a los retos de sus
nuevas condiciones.
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