El arte y el sentido de la vida
Arte: holograma social
El arte no es un sistema aislado. En la pieza artística viven las historias de elementos interconectados:
- Los materiales artísticos: los ancestros de la pintura -o el lienzo, o la cera, o el humano-, la naturaleza detrás de los elementos con los que el artista se expresa. La hoja que antes era árbol, el lápiz que fue carbón, el bailarín que fue embrión.
- El artista: la persona que crea, que a su vez es creada por las circunstancias que le rodean, es decir que la obra no solo implica la mirada del artista sino que implica una mirada moldeada por la sociedad en la que el artista se desarrolla. El arte es contemporáneo: es un portal a la identidad de la sociedad en la época en que fue creado.
El arte se desplaza. Entre tiempos y espacios; entre culturas y razas; entre disciplinas y técnicas; entre creatividad y criterio. El arte no cesa de moverse. Adaptable y vivo, las personas que lo moldean contienen lágrimas y corazones.
El arte es paloma mensajera.
Corazón que palpita: bombea ideas por toda la tierra. Entre continentes, por avión y por barco, a pie y en automóvil: camina en círculos hacia su reinterpretación.
Los arquetipos y los símbolos intergeneracionales, sus significados van cambiando a lo largo del tiempo, se erosionan: los vestigios de su erosión se vuelven esporas que diseminan perspectiva y belleza.
El arte es diáspora: lleva en sus maletas las memorias que lo traen al presente. El arte permanece, vivo y latente en el centro de las naciones; aun cuando el centro le expulsa o las tendencias le hacen inaccesible y le corrompen para que el arte se extinga, el arte prevalece.
El arte no es anestesia, es alucinógeno. Te hace moverte de sitio: es una pregunta abierta que resuena en el aire y que cada oreja entenderá en su propio contexto. Las preguntas si bien son las mismas a veces tardan en llegar al tímpano social, pero cuando llegan se expanden, y al extenderse sanan. Si te lo permites, al vivir una experiencia artística, una cascada de agua pura te abraza, purifica y renueva tus sentidos para volver a mirar la vida desde nuevas perspectivas: el arte es agua limpia cayendo sobre un mapa, abarcando todo.
¿Y si el arte fuera salvación?
El arte busca hallarle sentido a los sin sentidos de la sociedad. Quizá si cambiamos un color, o transformamos una pared, o creamos un sonido que refleje un sentimiento, quizá la vida tornará sus colores, pero ¿será real esta aseveración, esta idealización de los alcances del arte?
¿Cuál sería el impacto de un país que no genere arte o que no se cultive desde elementos artísticos? ¿Cómo se podría cultivar sensibilidad, flexibilidad mental e ideológica?
Sea cual sea la sociedad -a mayor o menor escala-, el arte está inmerso en las venas de las culturas: en la música del pueblo y los bailes populares, en las casas coloniales , en los murales en la calle. En los cuadros en las casas, en las vasijas con que se come, en las esculturas en los parques. Si miras bien, el arte está escondido en las calles más sucias, en las ruinas de la sociedad: en las flores que brotan en edificios abandonados.
El gobierno recorta presupuesto para el arte porque cuando el pueblo tiene hambre el arte no es prioridad, pero, ¿y si el arte fuera parte de la salvación?
¿Y si ser parte de procesos artísticos pudiera generar creatividad en el individuo para solventar situaciones a las que no encuentra remedio? En tu experiencia personal ¿Cómo te ha salvado el arte?
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