Palabra resiliente

09.01.2024

Palabra resiliente. - Parte 1 Inspirado en las páginas matutinas de Julia Cameron

La palabra cobra vida en las manos que la piensan. Cuando ponemos en marcha el tren de nuestro pensamiento logramos viajar a lugares pero no accedemos a ellos. La imaginación ilimitada, es inhibida por la realidad que no aterriza el contenido mental en el mundo de la ideas. Venimos a pensar en lo que deseamos lograr con las palabras que engendramos. Salen de nuestro corazón y nos preguntan, y en lugar de responder desperdiciamos nuestros pensamientos. Nuestras ideas se pierden cuando no las escribimos. Pasan desapercibidas. 

¿Cuánta sustancia dejamos pasar durante nuestra vida por miedo, por renuencia, por falta de confianza en nuestra propia creatividad?Julia Cameron propone páginas matutinas, una rutina para enfrentar nuestros propios juicios y acceder a nuestro potencial creativo. Tres páginas escritas a mano cada mañana, sin rumbo, sin destino, solo letras. En la página hallamos nuestros anhelos y nos invitan a accionar. Me siento inspirado a escribir en torno a este tema pues después de mucho tiempo de sentirme estancado, siento que empiezo a entrar en un ritmo creativo gracias a los ejercicios propuestos en su libro, son ejercicios que nos permiten crear desde donde estamos y expandir en lo que nuestro corazón desea, escarbar en nosotros mientras generamos resiliencia. (Y no, lamentablemente no me paga Julia por hacerle promoción, aunque no es mala idea).

En las páginas cuestionamos nuestros hábitos, los de postergar nuestros deseos. La vida nos pregunta por los miedos en las manos. La tinta, la hoja: las carreteras en las venas desembocan en letras y espejos. Todo va escribiéndose a sí mismos mientras se describe, podemos encontrar palabras para las múltiples versiones de nosotros que no habíamos pensado, una manera de amar lo que somos es mirarla en su papel. Una hoja contiene tantos mundos. Incapaces de guardar silencio, los artistas preguntamos en las hojas, aparecen nuestros fantasmas desarrollando nuevos cielos y rutas que sin las palabras no nos cuestionamos. Nos dan pautas de acción. Escribir es una acción, en teoría simple, pero el contenido nos confronta, nos devela: nos aterroriza saber que somos más de lo que hemos creído y que no hemos actuado en ello aun. 

Parálisis.

Si la continuidad del arte fuera menos importante que el resultado podríamos priorizar el proceso. Somos una fuente inagotable de ideas, solo que muchas veces las bloqueamos. El oasis está en el corazón, mientras lo buscamos en otros lados, la creatividad se escapa por las rendijas. 

La resiliencia en la palabra busca nuestras sombras de inferioridad para disiparlas. La palabra -y su uso-, es magia que abre puertas o cierra mentes. Toca pensar en cómo poner en práctica las palabras que están en el corazón y no esconderlas bajo la almohada, donde a nadie puedan dañar; pero bajo la almohada a nadie sanan. ¿Somos egoístas por no poner en práctica nuestras maneras de amar y de ser? ¿Será que el desahogo del tiempo logrará poner en práctica una sentimentalidad útil y frecuente? Cómo podríamos atravesar los miedos con palabras que abran espacio en lugar de cerrar puertas?


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