Palabra resiliente (segunda parte)
Palabra resiliente. - Parte 2 Inspirado en las páginas matutinas de
Julia Cameron
Tomamos la primera palabra que viene, el primer pensamiento, y - antes de
criticarlo, destrozarlo- lo continuamos. Permitimos que tenga vida en la
página, que se mueva un rato, a ver a dónde nos lleva, a ver si nos retiene.
Traducir nuestros anhelos en símbolos, en letras, en imágenes. No negarnos.
Vamos a la mitad de nuestro potencial y lo hacemos bola para tirarlos a la
basura.
No podemos seguir borrándonos, hemos de escribirnos. Confía, continua un poco más y mira a donde quiere llevarte el día, quizá te encuentres en el último stretch de ese dolor para poder estar presente en lo que haces y en lo que creas. Los artistas buscamos crear. Las palabras son un medio para expresar, y el que tiene control de la palabra, tiene conocimiento de su mente. La mente es una herramienta que necesitamos ocupar, de lo contrario se nos olvida su potencial, se nos olvida que podemos rehabilitar las ideas para agradecer. Que las palabras contengan gratitud y no miedo, no olvido, en resumen dejar de olvidar la vida.
Se vuelve imperativo aceptar lo que la vida nos ha brindado y no obsesionarnos con lo que creemos que podríamos olvidar de nosotros mismos. Mis palabras se enarbolan, sigo sin saber lo que esa palabra significa, pero aparece en mi campo mental. ¿Qué cosas aparecen en tu mente y cuanto te permites transcribir, sin caer en auto censura? ¿Puedes tener diálogos contigo? ¿Puedes mirar tus palabras de frente?
Sabes que tus soliloquios pueden volverse conciertos, notas; pintarse imágenes en los lienzos; ser semillas de movimiento. Si el lenguaje es una poderosa herramienta, de qué manera lo utilizamos; reflexionamos con la palabra, digerimos las experiencias, metabolizamos el destino, es acto cíclico donde desechamos y digerimos. La página es una estómago que digiere en sus intestinos delgados entrelineados, interlineados. Nuestras ideas son combustible para crear, ese combustible se transforma el palabras sobre papel, que entre otras cosas nos ayuda a concientizarnos y tomar acción.
¿Qué acción? Tomar acción hacia el arte.La resiliencia no está muerta, vive y respira. La resiliencia tiene sentidos: observa, siente, respira, huele, toca. La resiliencia aparece en cuanto agarramos una página y la giramos y estamos apunto de abandonar los proyectos y la calma, entiéndase esto como una acción, y no como un adverbio.
La resiliencia es una herramienta, es un hacha, es un martillo, es un cristal, un material de mil colores, de ella podemos decir que es ante todo un concepto sujeto a un inicio y un final, pero que a pesar de esto es también un animal salvaje, una llamada del destino, un prisma, una palabra del abuelo, es la experiencia de aprender vivir. La resiliencia nos invita a continuar nuestros quehaceres artísticos, nos dice que valen la pena. Es como un pajarillo amoroso que viaja por los cielos y a todos nos observa y mientras tanto nos dice "es momento de continuar, sécate las lágrimas y úsalas como tinta, si las mezclas con color tus lágrimas son acuarelas". Acuarela y lágrima, de tanto llorar, he colocado en esta hoja las posibilidades de mi dolor con los colores que no sabía qué estaban aquí.
Yo guardo las lágrimas en un frasco para poder beberlas en mis próximos proyectos. La palabra resiliente nos llama a la puerta, nos dice Gracias. No la utilizamos, somos su salvoconducto, ella es guía. nos da fuerza, nos apapacha*. Es una acción que nos requiere, y sólo requiere que le demos espacio para hacer lo suyo. Lo mismo el hábito de escribir. Es recomendable poner nuevos hábitos, pero con exigencias cortas hacia nosotros. Llegaremos lejos, recuerda: si más lejos quieres llegar, más despacio debes escribir.
*La palabra apapachar tiene su origen en el náhuatl que la RAE define como "palmadita cariñosa o abrazo". Los mexicanos, sin embargo, tienen una definición mucho más poética del acto de apapachar: "abrazar o acariciar con el alma".
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